sábado, 29 de agosto de 2009

Recibido por e-mail, desconozco la exactitud de todos los datos que figuran a continuación, pero "cuando el río suena..."
Ha dicho la Presidenta de la Comunidad de Madrid que es indecente que mientras la inflación es -1%, los funcionarios además de tener plaza fija, tengan una subida salarial del 5% (gran mentira por cierto). Asimismo desde el PSOE altos cargos ministeriales están lanzando globos-sonda sobre la congelación de sueldos al funcionariado,...
Me gustaría transmitirle a los políticos españoles de unos u otros partidos lo que considero indecente.
Indecente, es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 €/mes y el de un diputado 3.996 pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a 6.500 €/mes
Indecente, es que un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera
Indecente es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, (siempre por unanimidad de todos los partidos, por supuesto y al inicio de la legislatura)
Indecente es comparar la jubilación de un diputado y el de una viuda
Indecente es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste con siete y los miembros del gobierno para cobrar la pensión máxima solo necesiten jurar el cargo
Indecente es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF
Indecente es colocar en la administración miles de asesores, amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más cualificados
Indecente es el millonario gasto en mediocres TV creadas al servicio de la pervivencia en el trono de políticos más mediocres
Indecente es el ingente dinero destinado a sostener los partidos aprobado por los mismos políticos que viven de ellos
Indecente es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural)
Indecente es el coste que representan a los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes siempre en gran clase y tarjetas de crédito por doquier; (Tenemos mas coches oficiales en España que entre francia , Alemania y EEUU juntos.....alucina)
Indecente es que sus señorías falten de su escaño en los plenos una y otra vez y tengan seis meses de vacaciones al año
Indecente es que sus señorías cuando cesan en el cargo tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses; (no vaya a ser que con lo ""poquito"" que han cobrado en su legislatura no les llegue)
Indecente es que ex ministros, ex secretarios de estado y altos cargos de la política cuando cesan son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público
Indecente , es que se pongan a parir en los debates la izquierda y la derecha y luego cenen juntitos en los mejores restaurantes ...y todo a cargo de nuestros bolsillos.
¿QUÉ SE PUEDE HACER ? ¿Quedarnos de brazos cruzados, como siempre, o hacer una gran protesta ?
Se está proponiendo hacer una gran protesta pacífica a nivel nacional , para que nos dejen de tomar por tontos, ydeclarar el 6 DE SEPTIEMBRE "DIA NACIONAL DE SUS SEÑORIAS"

miércoles, 26 de agosto de 2009

Ver y ser vistos

Buen artículo de Juan José "Conducir durante la puesta de Sol", que debería hacernos reflexionar sobre la importancia de ser vistos, com bien explica en su blog "Así me lo contaron", que por cierto aconsejo añadir a Favoritos y visitar con frecuencia.
Yo hace ya algún tiempo que conduzco en carretera con las luces de cruce encendidas, a cualquier hora del día. Es obligatorio en muchos paises europeos, y en España es obligatorio para los motoristas ¿Para cuando, en pro de nuestra propia seguridad, se ampliará la ley a todos los vehículos?

lunes, 24 de agosto de 2009

La habitacion del hijo, por Pérez Reverte

Publicado en XL Semanal, nº 1138, Agosto-09
Lo conoce mejor que a ella misma. O creía conocerlo, porque el joven silencioso y reservado que ahora vive en la casa le parece, en ocasiones, un extraño. El niño dejó de serlo hace tiempo. A veces, cuando está fuera, la madre se queda un rato en su habitación, callada, mirando los objetos, los libros –ella compró los primeros y los puso allí, soñando con el lector que alguna vez sería–, las fotos de amigos, de chicas. Las medallas que ganó en el colegio, tenaz, esforzado. Valiente como ella procuró enseñarle a ser. Con el ejemplo del padre: un buen hombre que nunca dice tres frases seguidas, pero que jamás faltó a su deber, ni hizo nada que no fuera honrado. Que educó al hijo con más ejemplos que palabras.
Inmóvil en la habitación, aspira su olor. Desde hace mucho es seco, masculino. Distinto del que tanto añora: aroma de cuerpecito menudo en pijama, olorcillo a carne tibia, casi a fiebre. A bebé y niño pequeño, que con el tiempo se desvanece y no regresa nunca. El crío que aparecía en la cama a medianoche con las mejillas húmedas, después de una pesadilla, para refugiarse a su lado, entre las sábanas. Quizá algún día recupere ese olor con un nieto, o una nieta. Con otro cuerpecito al que estrechar entre los brazos. Ojalá no esté demasiado mayor para entonces, piensa. Que aún tenga fuerza y salud para ocuparse de él, o de ella. Para disfrutarlos.
Libros. Hay muchos en la habitación, y jalonan veinticinco años de una vida. Infantiles, aventuras, viajes, textos escolares, materias universitarias, novela, ensayo, arte, historia. Desde niño, leyéndole cuentos e historietas, orientándolo con cautela, ella fue transmitiéndole el amor por la palabra escrita. La puerta maravillosa a mundos y vidas que acaban por multiplicar la propia: aspiraciones, sueños, anhelos cuajados en largas horas de lectura y templados en la imaginación. La intensidad de una mirada joven que explora el mundo en el descubrimiento de sí misma. Estos libros llevaron al muchacho a reconocerse entre los demás, a moverse con seguridad por el territorio exterior, a descubrir y planear un futuro. A estudiar una carrera bella y poco práctica, relacionada con la lengua, el pasado, el arte y la historia. A licenciarse en sueños maravillosos. En cultura y memoria.
Ahora ella, inquieta, se pregunta si hizo bien. Si la lucidez que estos libros dieron a su hijo no sirve más bien para atormentarlo. Lo sospecha al verlo salir de casa para entrevistas de trabajo de las que siempre vuelve hosco, derrotado. Cuando lo ve teclear en el ordenador buscando un resquicio imposible por donde introducirse y empezar una vida propia: la que soñó. Cuando lo ve callado, ausente, abrumado por el rechazo, la impotencia, la falta de esperanza que pronto sustituye, en su generación, a las ilusiones iniciales. Recuerda a los amigos que empezaron juntos la carrera animándose entre sí, dispuestos a comerse el mundo, a vivir lo que libros y juventud anunciaban gozosos. Cómo fueron desertando uno tras otro, desmotivados, hartos de profesores incompetentes o egoístas, de un sistema académico absurdo, injusto, estancado en sí mismo. De una universidad ajena a la realidad práctica, convertida en taifas de vanidades, incompetencia y desvergüenza. Pese a todo, su hijo aguantó hasta el final. Fue de los pocos: acabó los estudios. Licenciado en tal o cual. Un título. Una expectativa fugaz. Luego vino el choque con la realidad. La ausencia absoluta de oportunidades. El peregrinaje agotador en busca de trabajo. Los cientos de currículum enviados, el esfuerzo continuo e inútil. Y al fin, la resignación inevitable. El silencio. Tantas horas, días, años, de esfuerzo sin sentido. La urgencia de aferrarse a cualquier cosa. Hace una semana, cuando llenaba el formulario para solicitar un trabajo de dependiente en una tienda de ropa de marca, el consejo desolador de un amigo: «No pongas que tienes título universitario. Nadie emplea a gente que pueda causarle problemas».
Tocando los libros en sus estantes, la madre se pregunta si fue ella quien se equivocó. Si no tendría razón su marido al sostener que no está el mundo para chicos con sueños en la cabeza y libros bajo el brazo. Si al pretenderlo culto y lúcido no lo hizo diferente, vulnerable. Expuesto a la infelicidad, la barbarie, el frío intenso que hace afuera. Es entonces cuando, abriendo un libro al azar, encuentra unas líneas subrayadas –a lápiz y no con bolígrafo ni marcador, ella siempre insistió en eso desde que él era pequeño–: «En el mar puedes hacerlo todo bien, según las reglas, y aun así el mar te matará. Pero si eres buen marino, al menos sabrás dónde te encuentras en el momento de morir».
Se queda un instante con el libro abierto, pensativa. Releyendo esas líneas. Después lo cierra despacio, devolviéndolo a su lugar. Y sonríe mientras lo hace. Una sonrisa pensativa. Dulce. Tal vez no se equivocó por completo, concluye. O no tanto como cree. Puede que él forjara sus propias armas para sobrevivir, después de todo. Quizá mereció la pena.

martes, 18 de agosto de 2009

Historias sobre la arrogancia (y IV)

La arrogancia de la envidia, por Paulo Coehlo
En el desierto de Siria, decía Satanás a sus discípulos: "El ser humano siempre está más preocupado por desear el mal a los otros que en hacerse el bien a sí mismo".
Y para probar lo que decía, decidió tentar a dos hombres que descansaban alli cerca.
"He venido para hacer realidad tus deseos", le dijo a uno de ellos. "Puedes pedir lo que quieras, que te será dado. Tu amigo recibirá lo mismo que tú, pero el doble".
El hombre permaneció largo tiempo en silencio. Finalmente dijo:
"Mi amigo está contento porque recibirá el doble que yo, sea cual sea mi deseo. Pero he conseguido prepararle una trampa: mi deseo es que me dejes ciego de un ojo".

sábado, 15 de agosto de 2009

Historias sobre la arrogancia (III)

La arrogancia de la fuerza, por Paulo Coehlo
La aldea estaba amenazada por una tribu de bárbaros. Los habitantes fueron abandonando sus casas, y huyeron hacia el lugar más seguro. Al final del año todos habían partido, excepto un grupo de jesuitas.
El ejercito bárbaro entró en la ciudad sin encontrar resistencia e hizo una gran fiesta para celebrar la victoria. En mitad de la comida apareció un padre jesuita:
"Habéis entrado aquí y habéis echado fuera la paz. Os pido por favor que os vayais sin demora"
"¿Por qué no has huido todavía?", gritó el jefe bárbaro. "¿No ves que puedo atravesarte con mi espada sin siquiera pestañear?"
El padre respondió con mucha calma:
"¿No ves que yo puedo ser atravesado por una espada sin siquiera pestañear?"
Sorprendido por la gran serenidad ante la muerte, el jefe bárbaro y su tribu abandonaron el lugar al día siguiente.

martes, 11 de agosto de 2009

Historias sobre la arrogancia (II)

La arrogancia de la santidad, por Paulo Coehlo
El monje zen había pasado diez años meditando en su cueva intentando descubrir el camino de la Verdad. Una tarde, mientras oraba, se le acercó un mono.
El monje intentó concentrarse. El mono, sin embargo, se le acercó despacito y le quitó la sandalia.
- ¡Maldito mono! -dijo el monje- ¿Por qué has venido a perturbar mis oraciones?
- Tengo hambre -dijo el mono.
-¡Largo de aquí! ¡Estorbas mi comunicación con Dios!
- ¿Cómo quieres hablar con Dios, si no eres capaz de comunicarte con los más humildes, como yo? -dijo el mono.
Y el monje, avergonzado, le pidió disculpas.

lunes, 10 de agosto de 2009

sábado, 8 de agosto de 2009

Historias sobre la arrogancia (I)

La arrogancia del poder, por Paulo Coelho
Maestro y discípulo conversaban en una esquina, cuando una anciana los abordó:
"¡Apártense de delante de mi escaparate!", gritó. "¡Están estorbando a mis clientes"
El maestro pidió disculpas y cambió de acera.
Continuaban la conversación cuando se les acercó un policía.
"Necesitamos que se aparte de esta acera", dijo el policía. "El conde va a pasar por aquí dentro de poco".
"Que el conde pase por el otro lado de la calle", respondió el maestro sin moverse de su sitio. Después se giró a su discípulo:
"No lo olvides: no seas nunca arrogante con los humildes, ni humulde con los arrogantes"

sábado, 1 de agosto de 2009

Carta a María, la enfermera de Ryan

Aquí os dejo esto que me ha llegado a mi correo electrónico. No sé si la carta la habrá escrito el abajo firmante o es una cadena de éstas inventadas por alguien; lo que si es verdad que refleja al pie de la letra lo que actualmente ocurre en la sanidad pública española. Es verdad que la enfermera cometió un error, en este caso mortal para un bebé, también es verdad que si no sabía realmente la vía de administración debería haber preguntado y tambén es verdad que si no estaba lo suficientemente cualificada para el puesto, no debería haber aceptado el contrato pero: ¿sabeís lo que ocurre si no lo hubiese aceptado?
Lo primero es que te pegas tres años bastante duros estudiando la carrera, con unas "prácticas" que en la mayoría de los casos ni son prácticas ni son nada porque llegas al hospital y muchos de los enfermeros al no ser tus profesores asociados y no cobrar por enseñarte, te marean toda la santa mañana, cuando poco a poco ven que medio te puedes desenvolver.... mala suerte, te cambian de servicio y vuelta a empezar.
Cuando por fin tienes tu titulo donde pone "Diplomado/a en Enfermería", pero que no tienes ni idea casi de lo que es ser enfermero/a (hablando en cuestión de prácticas, porque la teoría te la sabes al dedillo), te apuntas en la bolsa y te llaman para un puesto del que ni has pisado el servicio (como puede ser el caso de esta enfermera) y una de dos, o lo aceptas con todos los riesgos que ello conlleva, o dices que no porque no estás lo suficientemente cualificado/a y... ¡UN AÑO SANCIONADA SIN TRABAJAR PARA ESE HOSPITAL O PROVINCIA! con lo cual, y viendo como están las cosas de trabajo en la actualidad, para una vez que te llaman, tienes que decir que si y después pasa lo que pasa.
Lo mejor de todo es ¿por qué no dicen las causas correctas de la muerte de la madre?: Acudió tres veces a Urgencias, embarazada y la madaron para su casa, pero claro, como eran médicos... ellos son sagrados y el corporativismo lo tapa todo, pero a la pobre chica nadie la defiende.
Os dejo la carta para que la leáis y opineis por vosotros mismos.
Un saludo, Belén Morillas González

CARTA A MARÍA, LA ENFERMERA DE RYAN

Tengo cincuenta y ocho años y como tú soy enfermero del sistema público de sanidad desde hace más de treinta.
¡Animo compañera! Has tenido un error, como todos hemos cometido; lo malo es que tú, que nosotros, no trabajamos con papeles, con tornillos, con cosas, lo hacemos con personas y escogimos voluntariamente esta actividad llevados de nuestro deseo de ayudar a los demás a mantener su salud, de luchar por mejorar las condiciones de vida o en último extremo por evitar el dolor.
Y te equivocaste, ¡cómo es posible!, dicen algunos basándose precisamente en que como trabajamos con personas tenemos que extremar la atención y el cuidado. Lo que nadie puede imaginar es cuánta atención y cuidado has tenido que poner cada uno de los días que has trabajado cuidando pacientes; cuántas veces has revisado lo que ibas a hacer; cuántas carreras has tenido que dar para poder atender a tus pacientes por falta de compañer@s suficientes; cuántas veces has tenido que cambiar de destino, siempre con la amenaza encubierta de la no renovación de contrato, siempre esforzándote por hacerlo todo bien aunque superase lo lógico, y a pesar de todo eso, cuántas caricias y ánimos has prodigado; cuánto aprendizaje has ido acumulando a pie de cama.
¡¡¡HIPÓCRITAS!!! Dicen que cometiste un error terrorífico. ES MENTIRA. Tú tuviste una equivocación, te equivocaste, desgraciadamente, y es seguro que nadie en esta historia está más destrozada que tú y la familia afectada.
¡¡EL ERROR TERRORÍFICO LO COMETIERON Y LO COMETEN ELLOS!! Los que han llevado al deterioro de la sanidad pública, la de todos, y quieren hundirla aún más para entregarla a manos del negocio privado.
Los que obviando, ellos sí, que trabajamos con personas, no han aumentado las plantillas a pesar de que la población ha crecido y mucho, a fin de abaratar costes.
Los que obviando, ellos sí, que la precariedad en el empleo es fuente del aumento de accidentes de todo tipo, vienen firmando contratos temporales constantes a quienes se incorporan al mundo sanitario, a fin de evitar que se consoliden sus derechos, de que puedan decir no a órdenes carentes de rigor profesional (hoy a cardiología, mañana a trauma, anteayer en medicina interna), los que tratan la salud de los ciudadanos como si estuvieran en una fábrica de tornillos, no en un hospital de todos, para todos y pagado por todos.
Los que obviando, ellos sí, que también son médic@s, enfermer@s, acatan directrices de los dirigentes políticos contra la dignidad de unas profesiones a las que deberían todo el respeto, contra la calidad de la atención a la que todos tenemos derecho, dando órdenes, aceptando malos materiales, asistiendo impasibles al desmantelamiento de los centros públicos desde los diferentes puestos de responsabilidad, logrados a dedo y que mantienen con silencios cómplices y culpables.
Los que obviando, ellos sí, que no son, o deberían ser, sino representantes de la enfermería, se llevan ahora las manos a la cabeza espantados de cómo te han atacado, cuando no han sabido luchar ni movilizar al colectivo en pos de unas condiciones dignas de trabajo y de contratación para ti y para miles como tú, sino que han permanecido en un ignominioso silencio cómplice, permitiéndolo todo, aceptando tus cambios constantes y los de otros miles de puesto de trabajo. Callando ante la privatización de la sanidad de todos, y apareciendo sólo con fugaces lavados de cara. Y todo eso, por qué, a cambio de qué. Seguro que ellos sí que lo saben. Lo más fácil es que ahora empiecen a organizar cursos subvencionados con sustanciosos beneficios, sin que a la postre peleen por mejorar las condiciones de trabajo y la atención a los pacientes.
A TODOS ELLOS LES INVITO A QUE DIMITAN, y se vengan al bando de los hombres y mujeres que consideramos que lo más importante son las personas, no el detentar puestos de poder o los beneficios a obtener en los negocios ya sean sucios o limpios.
¡¡¡TODOS ELLOS SON LOS QUE HAN COMETIDO UN ERROR TERRORÍFICO Y PLANIFICADO!!! No tú, María. Te repito, tú te equivocaste. Tú, que probablemente fuiste la última persona en acariciar con ternura a Ryan, antes de cerrar la incubadora.
ANIMO ENFERMERA MARIA.
Juanjo Moreno
Enfermero del Hospital Virgen de la Torre
Afiliado del Sindicato Asambleario de Sanidad de Madrid (SAS)