sábado, 15 de agosto de 2009

Historias sobre la arrogancia (III)

La arrogancia de la fuerza, por Paulo Coehlo
La aldea estaba amenazada por una tribu de bárbaros. Los habitantes fueron abandonando sus casas, y huyeron hacia el lugar más seguro. Al final del año todos habían partido, excepto un grupo de jesuitas.
El ejercito bárbaro entró en la ciudad sin encontrar resistencia e hizo una gran fiesta para celebrar la victoria. En mitad de la comida apareció un padre jesuita:
"Habéis entrado aquí y habéis echado fuera la paz. Os pido por favor que os vayais sin demora"
"¿Por qué no has huido todavía?", gritó el jefe bárbaro. "¿No ves que puedo atravesarte con mi espada sin siquiera pestañear?"
El padre respondió con mucha calma:
"¿No ves que yo puedo ser atravesado por una espada sin siquiera pestañear?"
Sorprendido por la gran serenidad ante la muerte, el jefe bárbaro y su tribu abandonaron el lugar al día siguiente.

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