Maestro y discípulo conversaban en una esquina, cuando una anciana los abordó:
"¡Apártense de delante de mi escaparate!", gritó. "¡Están estorbando a mis clientes"
El maestro pidió disculpas y cambió de acera.
Continuaban la conversación cuando se les acercó un policía.
"Necesitamos que se aparte de esta acera", dijo el policía. "El conde va a pasar por aquí dentro de poco".
"Que el conde pase por el otro lado de la calle", respondió el maestro sin moverse de su sitio. Después se giró a su discípulo:
"No lo olvides: no seas nunca arrogante con los humildes, ni humulde con los arrogantes"
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