domingo, 8 de abril de 2007

Cristo de Mena (Málaga)

Llevaba varios años queriendo ver todos los actos relacionados con la procesión del Cristo de la Buena Muerte en Málaga, más conocida como la del Cristo de Mena o la de la Legión. Pues este año se han visto completamente cumplidos mis deseos.
Independientemente del fervor religioso, del folclore, del aprecio o no a los militares,..., la verdad es que Málaga completa se vuelca con estos actos; era imposible moverse durante todo el jueves por el centro de Malága, donde se desarrollaban tales eventos. Desde primeras horas de la madrugada los alrededores del puerto y la plaza de Santo Domingo se encontraban absolutamente abarrotados de personas deseosas de no perderse nada, así como todo el recorrido por donde proesionaba el Cristo.
Yo he podido ser espectador de excepción en primera fila tanto del desembarco de los legionarios, como de los actos del traslado del Cristo por la Legión y también de la procesión, aunque sin lugar a dudas lo que más me ha impactado ha sido el traslado. ¡Suerte la mía! (Y gracias a los que lo han hecho posible)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó este artículo y me ha parecido interesante ponerlo en tu blog como comentario. Salud
MANUEL VICENT
Nazareno
MANUEL VICENT 08/04/2007


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El nazareno vestía un hábito morado con capirote amarillo y arrastraba unas cadenas con los pies descalzos detrás del paso de un Cristo durante la procesión del Viernes Santo, junto con otros penitentes de vía dura. Llevaba un hachón encendido en la mano. De pronto, en medio del sonido de trompetas y tambores de unos legionarios, a este nazareno le vibró el móvil en un bolsillo del pantalón y tuvo que hurgar en la faltriquera por los entresijos del hábito hasta que consiguió atraparlo. Le llamaba su hijo desde el laboratorio de biología molecular de Ottawa, en Canadá, donde este joven trabajaba como investigador. El padre atendió la llamada mientras a su alrededor un coro imploraba el perdón de Dios por no se sabe qué clase de pecados. Su hijo le dijo que acababa de recibir una distinción por un trabajo sobre las deformaciones cromosomáticas del cerebro que propiciaban el mal de Alzheimer. A través del teléfono la alegría del joven rebotaba en un satélite y bajaba hasta la capucha del nazareno y a su vez al laboratorio de Ottawa llegaba un coro de ánimas que cantaba: "Perdón a tu pueblo, Señor, no estés eternamente enojado". Uno celebraba en Canadá un éxito de la ciencia; otro arrastraba unas cadenas en un Vía Crucis en el fondo de España para dar gracias a Dios por haber salido vivo de una operación de colon. El nazareno tenía dos vástagos más. Una hija de 20 años estudiaba física matemática en Berlín con la beca Erasmus y había aprovechado las vacaciones de Semana Santa para viajar con un amigo holandés a un poblado de Ruanda a enseñar los primeros números a unos niños. Por las aberturas del antifaz el nazareno sólo veía a un Cristo coronado de espinas entre sayones llevado por los costaleros, pero a su lado caminaban unos empalados y detrás iban unos disciplinantes dándose latigazos en las espaldas llenas de bubones sangrantes. El tercero de sus descendientes se había quedado en casa. Era un esteta que para conmemorar el Viernes Santo esa noche puso en el equipo de música el Réquiem de Mozart y lo escuchaba junto a una botella de oporto, mientras escribía notas para una charla sobre el cambio climático. El domingo de Pascua pensaba ir de excursión a la sierra. Después de las lluvias de Semana Santa el valle estaría lleno de espárragos silvestres y si su novia le hacía con ellos una buena tortilla, esa sería la mejor forma de celebrar que Dios había vuelto a resucitar igual que el año pasado. Entre el nazareno y sus hijos había más de tres siglos de distancia.

Anónimo dijo...

Como dice el refrán: "A Dios rogando, pero con el mazo dando"
Las creencias y la ciencia para nada tienen que ser incompatibles