jueves, 9 de febrero de 2012

Soy MAESTRO, sin miedo y sin complejos

Soy maestro, me honro de serlo y me enorgullezco de mi profesión. Sí, tengo dos meses de vacaciones y un horario de docencia directa bastante denso.
Soy maestro, trabajo en el aula y fuera de ella y la gente no lo sabe y a mí no me importa.
Sí señores, soy maestro, con oposición, pertenezco al cuerpo  de funcionarios.
Soy maestro y no discuto los días de descanso de los bomberos, ni los de los funcionarios de prisiones.
Soy maestro y cuando voy al médico no le discuto su diagnóstico, sólo espero que me cure.
Soy maestro y cuando voy a mi abogado no le discuto de leyes, sólo espero que me defienda.
Soy maestro y cuando voy por la autovía, conduzco con confianza porque sé que la diseñó un ingeniero de caminos.
Soy maestro y vivo en una casa tranquila, la casa que proyectó en su día un arquitecto.

Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?

Soy maestro y enseño cada día el camino a seguir para conseguir las competencias de una profesión.
Soy maestro y recojo cada curso a un montón de chavales de los que aprendo tanto como ellos de mí.

Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?

Soy maestro y trabajo cada día con personas sensibles y frágiles porque aún no han alcanzado la madurez.
Soy maestro e intento inculcar trabajo, esfuerzo y dignidad para alcanzar el éxito personal.

Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?

Me bajan el sueldo, me suben las horas de trabajo, me incrementan los alumnos en el aula…

YO SÉ QUIÉN SOY, pero… ustedes ¿quiénes creen que son?

1 comentario:

ANTONIO MORENO dijo...

Toda la razón del mundo; cada uno sabe lo que lleva adelante en su vida, y nadie más; pero uno de los males genéricos de este país, o de este mundo, es no saber valorar las cosas. Solo hay una visión superficial, sin haber profundizado en la realidad, y enseguida se etiqueta a una persona o a un colectivo sin saber y sin entender.
Guardo en mi corazón, para toda la vida, un agradecimiento a los profesores que contribuyeron decididamente a mi formación, y que hicieron que estuviera preparado para afrontar los retos que luego me vinieron (el devenir diario y el trabajo); su ayuda fue fundamental.
Y el trabajo de los profesores, hoy en día, sigue siendo fundamental, aunque muchos no quieran reconocerlo.