Publicado en La voz de Galicia, 9-6-2.010
La pregunta que más veces me hicieron ayer era tan absurda como esta: si fueses funcionario, ¿habrías hecho huelga? Y la respuesta, afirmativa: aunque fuese por simple y humano derecho al pataleo, sí. Serviría de muy poco, pero, como diría José Blanco, no es lógico aplaudir a quien te rebaja el sueldo. Y después, al volver a casa con la pancarta doblada y la sensación de inútil desahogo, me pondría a preparar otra para el mes de julio: para el momento en que decidan subirnos el recibo de la luz. Propongo que el día que el Consejo de Ministros apruebe esa nueva subida encendamos todos las luces a ver si provocamos un reventón de la red.
Ignoro si hay razones técnicas o económicas para esa subida, que dicen que repercutirá un 4% en el recibo. Ignoro si volverán a incorporar el famoso déficit tarifario que nos pasan por la cara cuando deciden meter la mano en la cartera. Lo ignoro todo. Pero digo: ya subirá un 2% la factura eléctrica por la aplicación del nuevo IVA. Ya nos sube a todos el coste de la vida por esa razón fiscal, y lo aceptamos por necesidad nacional. Ya todos los empleados públicos tendrán recortados sus salarios en esas fechas, y si encima les suben el coste de la energía tendrán derecho a pensar que son víctimas del ensañamiento oficial. ¿Y encima nos van a castigar a todos con la luz más cara?
No, señor ministro de Industria. No, señor presidente. No, al menos, mientras estén regalando auténticas riadas de dinero que ponemos nosotros en las subvenciones a las llamadas energías renovables, singularmente las eólicas. ¿Cuántos emporios empresariales basan su negocio en esas subvenciones, sin la menor contribución a la competitividad de la economía ni a la modernización del sistema productivo? Es un dinero regalado a bolsillos privados, sin que esté claro que sea una tecnología suficientemente desarrollada. Y es lo que más encarece el recibo de la luz: la mitad de lo que cuesta iluminar una casa se lo entregamos a esos profesionales de la caza y captura de la subvención; tan listos, que han logrado identificar su negocio con la ecología, el progreso y la energía del futuro.
¿Subida de la luz? ¡No! Recorte de subvenciones. Esa es la alternativa. Creo que Miguel Sebastián, ministro del ramo, lo tiene claro y da pasos en esa dirección; pero le caen encima los poderosos, y le cuesta mantener el rumbo. Pues sepa que la sociedad de hoy requiere ese gesto. Una subida de la luz en este preciso momento es lo único que falta para rebosar el vaso de la irritación popular. Por mucho que la camuflen en esos conceptos ininteligibles de los recibos. Si toca apretarse el cinturón, que no sea para que otros se sigan enriqueciendo. A mi costa, no.
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