LA VOZ DE GALICIA. "Desde la corte", por Fernando Ónega, martes 16 de marzo de 2010
Francamente: me temo lo peor. Y lo peor no es que el Gobierno gane o pierda la votación de hoy en el Congreso. Lo peor es que nos nieguen a los ciudadanos un debate sereno, bien documentado y pensado para el servicio al país, sobre el impacto del incremento del IVA. Los preludios no pueden ser más negativos. Para empezar, ya es difícil explicar que se promueva una acción parlamentaria contra algo aprobado en el Congreso hace menos de tres meses. Si alguien cree que los grupos que dieron su voto a los Presupuestos pueden cambiar de idea en 80 días, una de dos: o piensa que estamos ante unos políticos sin criterio ni coherencia, o pretende objetivos muy distintos. Por ejemplo, una acción publicitaria. O una operación electoral. O un simple juego de frivolidad para poner al Gobierno en un aprieto. Otro más.
Creo que hay razones serias para entender la subida de este impuesto, aunque sea la medida más impopular. Si las cuentas del Estado son una ruina, de algún sitio tiene que salir el dinero. Si el IVA español es uno de los más bajos de Europa, no debiera ser tan enloquecido subirlo. Si se sigue destruyendo empleo, quizá no sea injusto un esfuerzo colectivo para que los millones de parados no tengan que pedir limosna para sobrevivir. Y, si ha caído la recaudación fiscal, también habrá que hacer algo para no entrar en bancarrota.
A la inversa, subir el IVA supone el riesgo de frenar los escasísimos asomos de salida de la crisis. Puede ser un golpe al consumo que provoque todavía más paro. Y puede ser una medida inútil, si la gente deja de comprar en el mismo porcentaje que se pretende recaudar. Ese debería ser el debate. ¿Y qué hacen nuestros políticos? Convocar una rebelión, calificar la subida como un sablazo, o responder llamando frívolo e insolidario a quien se opone. Es decir, que se hace un debate a base de asaltos dialécticos, que alguien calificó como garrotazos. En un país que sale de niveles de inflación del 4% anual, se crea la alarma por una subida de dos puntos. Y encima, se proponen descensos para algunos sectores, lo cual supone provocar el agravio y la reclamación de todos los demás. Toneladas de demagogia.
Ha llegado el momento de que los ciudadanos reclamemos algunos derechos elementales: el derecho al rigor; el derecho a un debate sereno y serio, como corresponde a un país civilizado; el derecho a que nos ayuden a formar opinión y no a fomentar actitudes radicales. Pero nos lo van a negar. Porque, en el fondo, aquí no se discute el IVA. Solo se trata, por parte del Gobierno, de demostrar que el Partido Popular es un irresponsable. Y solo se trata, por parte del PP, de presentar al Gobierno como un equipo de insolventes que no saben gobernar.